En Filipenses 1:4, Pablo insiste en que cada vez que ora por los filipenses, lo hace con alegría y agradecimiento. Él continúa dándonos el contenido de sus oraciones por ellos:
“Y esto pido en oración: que el amor de ustedes abunde aún más y más en conocimiento verdadero y en todo discernimiento, a fin de que escojan lo mejor, para que sean puros e irreprensibles para el día de Cristo; llenos del fruto de justicia que es por medio de Jesucristo, para la gloria y alabanza de Dios”, Filipenses 1:9–11.
Esto es impresionante.
Las peticiones de Pablo reflejan las prioridades del evangelio.
Observe tres características de esta oración.
1. Abundante amor
Primero, Pablo ora para que el amor de los filipenses “abunde aún más y más”. Pablo no da ningún objeto específico. Él no dice: “para que su amor por Dios abunde cada vez más”, o “para que su amor por otros abunde más y más”. Sospecho que deja el objeto abierto precisamente porque no quería restringir su oración a una cosa u otra.
Desde un punto de vista cristiano, el amor creciente por Dios debe reflejarse en un amor por otros creyentes (ver 1 Juan 5: 1). Por muy maravillosa que haya sido esta congregación, aunque hubiera sido fiel en su amor incluso por el mismo apóstol, Pablo ora para que su amor abundara cada vez más.
2. Conocimiento y discernimiento
En segundo lugar, lo que Pablo tiene en mente no es un mero sentimentalismo, o una oleada de placer que viene, por ejemplo, después de asistir a una gran conferencia. “Oro”, escribe Pablo, para que “el amor de ustedes abunde aún más y más en conocimiento verdadero y en todo discernimiento”. El tipo de amor que Pablo tiene en mente es el amor que tiene cada vez más conocimiento.
Por supuesto, Pablo no está pensando en cualquier tipo de conocimiento. No espera que aprendan más y más sobre física nuclear o tortugas marinas. Él tiene en mente el conocimiento de Dios; él quiere que disfruten de comprender las palabras y los caminos de Dios y, por lo tanto, que sepan cómo vivir a la luz de ellos.
Su suposición, evidentemente, es que realmente no puedes crecer en tu conocimiento de Dios si estás lleno de amargura u otros pecados egocéntricos. Hay un elemento moral en conocer a Dios. Por supuesto, una persona puede memorizar las Escrituras, o enseñar escuela dominical, u obtener un título en teología en un seminario, pero eso no es necesariamente lo mismo que crecer en el conocimiento de Dios y tener una perspectiva de sus caminos.
La vida cristiana abarca cada faceta de nuestra existencia.
Tal crecimiento requiere de arrepentimiento; exige disminuir nuestro característico autoenfoque. Para decirlo positivamente, exige aumentar nuestro amor, nuestro amor por Dios y nuestro amor por los demás.
Así como el conocimiento de Dios y su Palabra sirve como un incentivo para el amor cristiano, el amor es necesario para conocer a Dios profundamente, porque es extremadamente difícil avanzar en solo una parte del camino cristiano. Los cristianos no pueden decir: “Mejoraré mi vida de oración, pero no mi moralidad”; “Aumentaré mi conocimiento de Dios, pero no mi obediencia”; o “Creceré en amor por los demás, pero no en la pureza o en mi conocimiento de Dios”. Así no puede ser.
La vida cristiana abarca cada faceta de nuestra existencia. Todo nuestro vivir, hacer, pensar, y hablar debe ser hecho con sumo gozo por Dios y por su Hijo, nuestro Salvador.
Entonces, si Pablo ora para que el amor de los filipenses “abunde más y más”, agrega rápidamente: “en conocimiento verdadero y en todo discernimiento”.
3. Lo que es mejor
Tercero, para Pablo, esta oración tiene una meta más a la vista. Él les dice a los filipenses que eleva estas peticiones a Dios “a fin de que escojan lo mejor, para que sean puros e irreprensibles para el día de Cristo” (Filipenses1:10). Claramente, Pablo no quiere que los creyentes filipenses estén satisfechos con la mediocridad. Uno no puede estar satisfecho, en un mundo caído, con el statu quo. Él quiere que estos creyentes sigan adelante, sean cada vez más exigentes, y demuestren en su propia experiencia “lo mejor”. Él quiere que busquen lo mejor en el conocimiento de Dios, lo mejor en sus relaciones con otros creyentes, lo mejor en la obediencia gozosa. En última instancia, lo que él quiere de ellos es la perfección: él ora para que “puedan ser puros e irreprensibles para el día de Cristo”.
Solo se necesita reflexionar por un momento para ver que todas estas peticiones están centradas en el evangelio. Son oraciones saturadas del evangelio.
Para Pablo, esta no es una oración idólatra. Para algunas personas, por supuesto, podría convertirse en eso. Para los perfeccionistas, la perfección —al menos en algunos ámbitos— se convierte en una especie de fetiche, incluso en un ídolo grande. Pero este no es el caso con Pablo. La excelencia por la que ora, tanto por sí mismo como por los demás, se define con más detalle en el versículo 11: estar “llenos del fruto de justicia que es por medio de Jesucristo”. Además, nada de esto es simplemente para mejorar nuestra reputación. Por desgracia, algunas personas están más interesadas en una reputación de santidad y excelencia que en la santidad y la excelencia. Pero todas estas pequeñas alternativas se dejan a un lado en la restricción final de Pablo: su oración se ofrece “para la gloria y alabanza de Dios” (Filipenses1:11).
Eso es por lo que Pablo ora. Solo se necesita un momento de reflexión para ver que todas estas peticiones están centradas en el evangelio. Son oraciones saturadas del evangelio. Es decir, son oraciones que se ofrecen para promover la obra del evangelio en la vida de los creyentes de Filipos. Y, al pedir el fruto del evangelio en sus vidas, el propósito final de estas peticiones es dar gloria al Dios que los redimió.
Nota del editor:
Este es un extracto adaptado de Basics for Believers: The Core of Christian Faith and Life, publicado en colaboración con Baker Books.
Nota del editor:
Este es un extracto adaptado de Basics for Believers: The Core of Christian Faith and Life, publicado en colaboración con Baker Books.