domingo, 1 de diciembre de 2019

LA DIFERENCIA ENTRE “REZAR” Y “ORAR”

¿Qué es rezar? Rezar es “repetir vez tras vez las oraciones usadas por la iglesia”. Para recitar estas oraciones, mucha gente devota emplea el rosario para las ocasiones de rezo. Este conjunto de cuentas la usan para contar la cantidad de recitaciones. La palabra “rosario” también puede referirse al rezar mismo. El rosario más usado está conformado por quince misterios: cinco dolorosos, cinco gozosos, y cinco gloriosos. Los cinco misterios gozosos consisten en cinco etapas de la niñez y la venida de Jesús; los cinco dolorosos, de su sufrimiento y de la crucifixión; los cinco gloriosos son de la resurrección de Jesús, la ascensión, la venida del Espíritu Santo, y la virgen María. Después de cada misterio se reza un padrenuestro, un gloria patri (gloria al padre) y diez avemarías. La iglesia católica recomienda que se rece cinco misterios cada día. Así el padre nuestro se reza cinco veces cada día, el gloria cinco veces y el avemaría cincuenta veces. ¡Eso sí requiere devoción! ¿Pero… lo oye Dios? ¿Qué nos dice la historia? Según la tradición de la Iglesia Católica, Santo Domingo de Guzmán introdujo el rosario al uso común como 1.200 años después de Cristo. Se cuenta que la virgen María le apareció con un rosario en la mano. Ella le dijo: «Toma, con esta arma en la mano tú y cuantos otros la empuñaren, estad seguros de la victoria sobre mis enemigos y los de la iglesia». Santo Domingo estaba luchando contra los movimientos valdenses y albigenses. La Iglesia Católica consideraba herejes a estos movimientos. A estos se refería al decir los enemigos de la iglesia. Pero el sistema de rezar oraciones repetidas con una sarta de cuentas es de origen más antiguo. Aun antes de Cristo, el budismo usó este tipo de devociones. Los budistas todavía lo usan para repetir oraciones memorizadas, como también lo hacen los musulmanes y los hindúes. ¿Pero… los oye Dios? ¿Qué es orar? Dios sí nos oye cuando oramos. Orar es hablar con Dios. Es gozar comunión con Dios. Es acercarnos a su trono. Allí le hablamos a él con palabras sencillas que nacen del corazón de uno mismo. Le adoramos. Le hacemos nuestras peticiones. El que tiene su corazón limpio de pecado por la sangre de Jesús y está entregado a la voluntad de Dios, tiene el privilegio de orar. El que no cumple estas condiciones, puede confesar su pecado a Dios. Si está arrepentido en verdad, Dios le oirá la oración y le limpiará el corazón. La Biblia dice en Hebreos 4:16: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. ¿Qué enseña la Biblia? La Biblia habla mucho de orar. Usa las palabras «oración, orar» y sus derivados 310 veces. Pero la Biblia nunca dice nada de rezar. La palabra «rezar» ni siquiera se encuentra en la Biblia. En Mateo 6:7-8, Jesús nos dice cómo debemos orar: “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos: porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis”. Recuerda que el sistema de rezar oraciones repetidas tiene origen pagano. Nota que Cristo dijo que los gentiles (o paganos) pensaban que por sus repeticiones serían oídos. Ellos creían que había que insistir y rogarle a Dios para que los oyera. Pero Jesús no sólo dice que tales repeticiones no valen nada, también las prohíbe. Si tenemos el corazón limpio de pecado, él nos oye la primera vez que le hacemos una petición. Pero si tenemos pecado en el corazón, no importa cuántas veces repitamos nuestra petición, no nos escuchará. El salmista reconoció este hecho en el Salmo 66:18: “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado”. Piensa en el padrenuestro de Mateo 6:9-13, la oración modelo dada por el Señor. Nota su sencillez, no usa ninguna repetición. Reconoce que todos necesitamos el perdón de Dios. Bíblicamente hay otra dificultad grave con el rosario. La oración es una forma de adoración. Por ejemplo, en el padrenuestro, Jesús nos enseña a decir: “Tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos”. Estas palabras expresan devoción y adoración a Dios. Y Dios las merece. Pero la devoción del rosario se dirige a María, y la Biblia prohíbe terminantemente la adoración a otro ser que no sea Dios: “…Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás” (Mt. 4:10). No debemos adorar a ningún ser, sino sólo a Dios. No debemos orar a otro, sino a él. No debemos inclinarnos ante otro. No hay ni siquiera un ejemplo en la Biblia de una persona que orara a María o que le adorara. Sin embargo, el que reza dirige su culto y sus peticiones a María vez tras vez. ¿Aceptará Dios la petición de uno que le desobedece de esa forma? La Biblia nos dice claramente que nuestra única manera de llegar a Dios es por Jesús. Jesús mismo dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn. 14:6). En Efesios 3:12 dice que tenemos acceso a Dios por medio de la fe en Cristo: “en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él”. La Biblia en ningún lugar menciona a María como medio para llegar a Dios. Mis amigos católicos me dicen: «Nosotros estamos de acuerdo con la obra mediadora de Cristo, pero necesitamos la mediación de María entre nosotros y Cristo». Yo no puedo hacer mejor que responder con la misma Palabra de Dios: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Ti. 2:5). Veamos el siguiente ejemplo para entenderlo mejor: Del agricultor a la mesa del público, ¿cuántos intermediarios hay? Dos, ¿verdad? Los dos intermediarios son el comerciante y el vendedor del mercado. Las oraciones del rezador Ahora, ¿cuántos mediadores hay entre el rezador y Dios? Dos, ¿verdad? Pero la Biblia nos dice muy claramente que hay “un solo mediador entre Dios y los hombres”. Y este es Cristo. El concepto de tener que usar a María como intercesora da a entender que Jesús es tacaño y que cuesta que nos atienda, y que María por ser “su madre humana” tiene más aceptación delante de él que nosotros. Pero esa idea es un concepto errado de Jesús. Él dio su vida por nosotros. ¿Cómo, pues, vamos a creer que él no nos atiende cuando oramos? En conclusión, si Jesús derramó su sangre para darnos entrada a la presencia de Dios, ¿no lo despreciamos si concluimos que no basta y que necesitamos de otro medio? Si podemos hablar directamente con Dios, ¿por qué lo vamos a hacer por medio de otra persona? Si la Biblia dice que hay solamente un mediador entre Dios y nosotros, ¿por qué usar de otro? Si la Biblia prohíbe orar a alguien que no sea Dios, ¿por qué hacerlo? Si Jesús nos oye con una vez que le digamos, ¿por qué usar vanas repeticiones? Si Dios nos ha dicho en su Palabra cómo orar, ¿por qué adoptar un sistema pagano? Si podemos orar, ¿para qué rezar? Escribe aquí el resto de la entrada