domingo, 3 de noviembre de 2019

Barreras Para Que Nuestras Oraciones Sean Respondidas

"ME INVOCARÁ Y YO LE RESPONDERÉ…" (Salmo 91:15) 
Me acuerdo que tiempo atrás abrieron un club nocturno frente a la iglesia de un Pastor amigo en San Pedro de Jujuy. Este pastor organizó una vigilia de oración de veinticuatro horas en la que pidieron a Dios que el club se fuera del lugar. Al cabo de un tiempo no muy largo el club tuvo que cerrar por que no iba nadie. El dueño presentó una demanda a la iglesia, la cuál negó tener responsabilidad alguna. Después de escuchar los argumentos de ambos partes, el juez dijo: «Quienquiera que sea el culpable, parece que el dueño del club cree en la oración, mientras la iglesia no lo hace». 

1) El primer obstáculo para que nuestras oraciones sean contestadas es no orar. 
Suena muy simple, pero las oraciones no son contestadas si no hablamos con el Señor. Decir que creemos en la oración no es lo mismo que orar. Santiago escribió:«…no recibís, porque pedís mal…» (Santiago 4:3). Debemos tomarnos tiempo para decir a Dios lo que deseamos y necesitamos. Algunas veces, damos vueltas a ciertas situaciones en la mente, o hablamos de ellas con nuestros amigos, o las deseamos, o las esperamos, pero no oramos. Pensar, hablar con otros, desear o esperar no es lo mismo que orar. ¡Solamente orar es orar! Cuando tenemos una necesidad o hay una situación que nos preocupa, sólo oramos si hablamos con Dios acerca de ello. 
El Señor está esperando a que pidamos cosas en oración, y nunca se cansa de que acudamos a Él, porque es capaz, está deseando y dispuesto a actuar a nuestro favor, pero tenemos que hacerlo. Jesús dijo: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquél que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá» (Mateo 7:7-8)

«ACERQUÉMONOS, PUES, CONFIADAMENTE AL TRONO 
DE LA GRACIA…» (Hebreos 4:16) 

2) El segundo obstáculo para que nuestras oraciones sean respondidas es la falta de confianza. Cuando comprendamos que como hijos de Dios redimidos tenemos el derecho de acercarnos a Él en cualquier momento, podremos superar los intentos del enemigo de hacer que nos sintamos culpables. Como consecuencia, cobramos confianza para comunicarnos con Él y ya no nos decimos: «Sé que el Señor lo puede hacer, pero me cuesta creer que lo hará por mí». Pensamos tales cosas porque tenemos en mente que no somos dignos de recibir algo de Él. Sin embargo, Jesús hizo que lo fuéramos. Cuando nos dirigimos a Dios, podemos contar con que Él es compasivo con nosotros: «Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro» (Hebreos 4:16). La palabra «…gracia…»significa que el Señor nos dará lo que no nos merecemos si estamos lo suficientemente confiados para pedírselo, porque lo hacemos en el Nombre de Jesús, no en el nuestro. Estamos presentando al Padre todo lo que Jesús representa, no todo lo que somos nosotros, ya que no somos nada sin Él. Dios está dispuesto a hacer más de lo que podríamos pedir o entender (lee Efesios 3:20). Así que, necesitamos practicar nuestra fe y beneficiarnos de todo lo que Él puede hacer si se lo pedimos confiadamente. 
Helen Poole escribió: «Mi hija de cuatro años siempre oraba antes de que se fuese a dormir. Una noche, oraba y oraba. Su voz sonaba cada vez más baja hasta que sólo sus labios se movieron, y después dijo: «Amén». Le comenté: «Cariño, no he oído ninguna palabra de lo que has dicho», a lo que ella me contestó: «No te estaba hablando a ti, mamita». Cuando comprendes que tienes el privilegio de hablar con el Señor y que Él escucha cada palabra tuya, entonces oras con toda confianza. 

«SI OBSERVO INIQUIDAD EN MI CORAZÓN, EL SEÑOR NO ME ESCUCHARÁ» 
(Salmo 66:18 Versión La Biblia de las Américas)